ESPAÑOLES en el Fin del Mundo

ESPAÑOLES en el Fin del Mundo

EN EL FIN DEL MUNDO (I)

Expediciones Españolas en el Pacífico Noroeste
A. Villegas Glez

La soberanía española de la costa oeste del continente americano fue tema indiscutible y reconocido por todas las naciones desde La Bula Papal de 1493 y el posterior Tratado de Tordesillas firmado entre españoles y portugueses en 1494.

Luego Don Vasco Núñez de Balboa se bañó en el bautizado como Mar del Sur y dio un paso más en la conquista de aquel continente enorme y desconocido, un paso más en la extraordinaria aventura que protagonizaron nuestros ancestros y que había empezado cuando fuimos la única nación que se atrevió a cruzar el misterioso y peligroso Océano Tenebroso.

Balboa al tomar posesión y bautizar aquel enorme mar azul como el cielo que se extendía ante él, lo hizo también de “Todas las tierras que tocase” desde Chile hasta Alaska, pero claro, ni Balboa, ni nadie imaginaba la enorme extensión de las tierras recién descubiertas.

Reproducción del momento en que Vasco Núñez de Balboa, el 25 de septiembre de 1513, toma posesión de las nuevas tierras en nombre del rey de Castilla, rodeado por sus hombres y en presencia de su escribano Andrés de Valderrábano , que dejaría constancia de este hecho en un pergamino que llevaba a tal efecto "los caballeros e hidalgos y hombres de bien que hallaron en el descubrimiento del Mar del Sur con el magnífico y muy noble señor el capitán Vasco Núñez de Balboa, gobernador de Su Alteza a que ratifiquen que ese señor Vasco Núñez de Balboa fue el primero que vio ese mar y que se lo mostró a los siguientes.

Reproducción del momento en que Vasco Núñez de Balboa, el 25 de septiembre de 1513, toma posesión de las nuevas tierras en nombre del rey de Castilla, rodeado por sus hombres y en presencia de su escribano Andrés de Valderrábano , que dejaría constancia de este hecho en un pergamino que llevaba a tal efecto «los caballeros e hidalgos y hombres de bien que hallaron en el descubrimiento del Mar del Sur con el magnífico y muy noble señor el capitán Vasco Núñez de Balboa, gobernador de Su Alteza a que ratifiquen que ese señor Vasco Núñez de Balboa fue el primero que vio ese mar y que se lo mostró a los siguientes.

Después las enormes riquezas de México y Perú, la construcción de puertos como Cartagena, La Carrera de Indias, El Caribe, los piratas y demás acontecimientos que se sucedieron, tantos que marea ponerte a leer relaciones de viajes y de exploraciones de aquellos primeros años, relegaron al olvido la zona norte de las nuevas tierras, a las que si embargo, llegaron hombres como Don Juan de Fuca muchos años antes que el publicitado Sir James Cook. Nueva España se extiende hasta la Baja California, pero hacia el norte, apenas hay expediciones, salvo un ramillete de viajes buscando el llamado “Paso Norte” que permitiese al igual que sucedía al Sur el paso de un Océano al otro.

Aventuras éstas que se encuentran perdidas entre legajos y crónicas de otras exploraciones y conquistas más importantes, igual que pasa con los viajes a Oceanía, que estaba cuajada de islas y accidentes geográficos de nombre español, cambiados luego por los anglosajones, nombres que les habían puesto los intrépidos marinos españoles en sus viajes incansables por el Mundo entero. Pasan los años y por el Pacífico tan sólo navegan algunas naves portuguesas, los piratas y corsarios que mojan en todas las sopas y el Galeón de Manila que traía las sedas, las especias, las porcelanas finas y los caprichos caros de Oriente para los hidalgos y cortesanos. Ricachones que ni se acordaban de que Don Andrés de Urdaneta y su descubrimiento de las corrientes propicias y hicieron posible el Tornaviaje desde Manila hasta Acapulco.

La desmemoria española

"El regreso de Juan Sebastián Elcano a Sevilla". Óleo de Elías Salaverría de principios del s. XX

«El regreso de Juan Sebastián Elcano a Sevilla». Óleo de Elías Salaverría de principios del s. XX

Y así estuvieron las cosas dos siglos y pico. Hasta que a finales del dieciocho los ingleses empezaron a olisquear negocio y los rusos a establecer factorías de cazadores de pieles en las costas de Alaska.

La Corona española empieza entonces a recibir noticias del establecimiento de estas colonias rusas y de las exploraciones inglesas en el congelado noroeste americano. Buscan el ansiado e inexistente “Paso Norte”, que haría el camino hasta China y las especias más corto y más barato. También persiguen ocupar estas tierras y tomarlas para su Zar o Su Graciosa Majestad, que aquí entre vuestras mercedes y yo, maldita la gracia que tienen los reyes de La Pérfida.

El caso es que el Virrey de Nueva España, Don Antonio Bucarelli, envía una expedición hacia el norte en 1774. La mandará Don Juan José Pérez Hernández y tras muchas calamidades y vicisitudes llegarán hasta los 54º 40’ N, muy cerca de su objetivo que estaba en los sesenta grados norte, junto a las actuales Islas de La Reina Carlota, bautizadas así por un inglés algunos años más tarde.

Al año siguiente en vista de que los rumores sobre rusos rondando e ingleses dando por saco parecen ciertos, Bucarelli envía otra nueva expedición, mejor preparada y armada. El galeón “Santiago”, el patache “San Carlos” y una pequeña goleta, “Nuestra Señora de Guadalupe”, rebautizada por la marinería como “Sonora”. El mando recae en el joven teniente Don Bruno de Heceta, que llevará al mismo Pérez Hernández de segundo al mando y contará con compañeros marinos, recién llegados de La Academia Navaly entre los que están Don Francisco Bodega y Quadra y Don Manuel de Ayala.

Galeón español del Siglo XVII.  Óleo de Antón Otto Fisher

Galeón español del Siglo XVII. Óleo de Antón Otto Fisher

El viaje no empieza muy bien porque el capitán del “San Carlos” enloquece a los pocos días de navegación y a Haceta no le queda más remedio que enviar al barco, bajo el mando de Ayala, rumbo a San Blas y del hospital para el pobre Manrique.

Esta circunstancia adversa llevará a los hombres del “San Carlos” a ser los primeros europeos en navegar en la famosísima y cinematográfica Bahía de San Francisco.

El “Santiago” y el “Sonora” habían seguido el rumbo norte persiguiendo el objetivo de los sesenta grados.
El nueve de julio de 1775 toman posesión en nombre de España de La Bahía de Trinidad y el día once, en el actual estado norteamericano de Washington, de una bahía que se llama actualmente de Grenville.
En esta bahía son atacados por indígenas hostiles que masacran a los marineros que habían bajado a tierra para aprovisionarse de agua e intentan abordar el “Sonora”, pero Bodega y Quadra les rechaza heroicamente. Bautizarán la bahía como “De los Mártires”.

A pesar de las bajas y la enfermedad que empieza a hacer mella en los expedicionarios los navíos se separan para poder así abarcar más territorio. El “Santiago” llegará hasta la actual frontera canadiense y explorará el Estrecho de Juan de Fuca y la desembocadura del río Columbia. Durante muchos años en los mapas españoles, mapas que pagaban los ingleses, los holandeses, los rusos y todo Dios a precio de oro, la entrada al río rea conocida como Entrada de Heceta.

El “Sonora” alcanza hasta la Bahía de Sitka, en Alaska, donde toma posesión de aquellas tierras y bautizan el lugar como Puerto Bucarelli en honor al Virrey y un cerro enorme que se vislumbra en lontananza como Monte San Jacinto. El mismo cerro que poco después rebautizará el inglés Cook como Monte Edgecumbe y así hasta hoy. Quadra y el “Sonora” alcanzan los 59º de latitud norte, pero están agotados y enfermos casi todos y logran retomar de puro milagro el regreso al sur.

Durante la travesía muere el viejo Pérez Hernández al que todos respetaban y admiraban como pionero explorador y experto marino. Su entierro en alta mar con salvas de cañonazos y la bandera española sobre su cuerpo ya lo quisiera yo para mí cuando llegue el momento. En noviembre de 1775 la exitosa expedición arriba al puerto de San Blas, que está en México y se está convirtiendo en la lanzadera española para las expediciones al frío norte.

Desde aquí parten en abril de 1779 las corbetas “Favorita” y “Princesa”, al mando de Don Ignacio de Arteaga y con Bodega y Quadra de segundo.
Sus objetivos son buscar factorías rusas, encontrar el dichoso “Paso del Norte” y si era posible capturar a James Cook en una de sus correrías por el Pacífico.

Llegarán hasta una bahía bautizada por Cook un año antes y que será conocida en el mundo entero siglos después porque en ella se desangró el petrolero “Exxon Valdez”.

Como tierras bañadas por nuestro Lago Español que de esta manera se había conocido al Océano Pacífico hasta hacía cuatro días, se tomó posesión de ellas en nombre de España y se bautizaron como Puerto Santiago, era por supuesto un veinticinco de julio de 1779. Está situado a 61º 17’ de latitud norte.
Los españoles sin embargo no encuentran ni rastro de rusos ni de Cook, sin saber que éste había servido de plato principal en una fiesta caníbal en las Islas Hawai.

España está en guerra contra Inglaterra, otra vez, así que la expedición regresaa toda prisa hasta San Blas. Esta expedición será conocida en toda Europa y sus mapas y crónicas codiciados por las armadas de nuestros enemigos y de nuestros supuestos amigos. El afamado explorador francés La Perouse no tardó ni un segundo en adquirir una copia del mapa y del Diario de la expedición.

La guerra contra Inglaterra paraliza las expediciones centrándose el esfuerzo naval en proteger las Filipinas y la ruta del Tornaviaje. Así quedarán las cosas en suspenso hasta el Tratado de París y el final de la guerra. Permaneciendo la Alta California y el puerto de San Blas a disposición del esfuerzo de guerra. Se retomarán las expediciones con más fuerza y presencia cuando acabe el conflicto, pero eso será ya, para la segunda parte…

© A. Villegas Glez. 2012

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