El RMS Lusitania fue un transatlántico británico diseñado por Leonard Peskett y construido en el astillero John Brown & Company en Clydebank, Escocia.
El barco entró en el servicio de pasajeros con la Cunard Line el 26 de agosto de 1907. Fue nombrado así en honor de la antigua provincia romana de Lusitania. Durante la Primera Guerra Mundial y en plena guerra submarina de Alemania al Reino Unido, el barco fue identificado y torpedeado por el U-boot alemán U-20 el 7 de mayo de 1915, hundiéndose en sólo dieciocho minutos.
El Lusitania desapareció a unos 18 km frente al cabo de Old Head of Kinsale, Irlanda, tragedia que provocó la muerte de 1.198 personas de las 1.959 que iban a bordo. La tragedia conmocionó al mundo y puso a la opinión pública en contra de Alemania, contribuyendo a la entrada de los Estados Unidos en la Primera Guerra Mundial y convirtiéndose para los aliados de la Triple Entente en un símbolo icónico de reclutamiento y de por qué se estaba luchando.
El Lusitania fue construido como parte de la competición de la Cunard Line con otras compañías navieras, principalmente alemanas, por el tránsito Atlántico de pasajeros. La compañía que tuviera los barcos más rápidos y lujosos tendría una ventaja comercial: el Lusitania y su gemelo Mauretania proporcionaron un servicio regular entre las islas Británicas y los Estados Unidos hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial. Ambos transatlánticos ganaron para la Cunard Line en diferentes momentos de su carrera la Banda Azul, el premio al barco más veloz en cruzar el océano.
La tragedia del Lusitania
Por aquellos años, la guerra marítima se hacía todavía observando las “Leyes del Mar”, un conjunto de reglas caballerescas forjadas en siglos anteriores. Cuando un submarino alemán detectaba un buque sospechoso, fuera cual fuera su bandera (era muy común falsificarlas), emergía a su lado, conminándolo a ser registrado. Si la carga era sospechosa, la tripulación era confinada a sus botes salvavidas y acto seguido el barco era torpedeado.
Winston Churchill era a la sazón un joven ambicioso sin escrúpulos de cuarenta años, encumbrado a Lord del Almirantazgo británico por pertenecer a una selecta familia (era descendiente de Lord Marlborough, el que tanto se distinguiera en la guerra de Sucesión española). Poseído por el afán de ascender y acumular méritos al precio que fuera, enseguida ideó una brillante estrategia: acondicionar algunos buques de transporte para la acción guerrera, dotándolos de unos cañones camuflados. Cuando el incauto submarino emergía junto al barco, rápidamente la artillería de éste era puesta en orden de tiro, y el infeliz sumergible era bombardeado y pasaba al fondo del mar sin haber tenido tiempo de darse cuenta de la «astucia» del Lord inglés, que por otro lado buscaba a toda costa la implicación de EE.UU. en la guerra con la habitual mentalidad inglesa de pelear poco y aliarse con muchos…
Como era de esperar, esa infracción de las “Leyes del Mar” dió resultado al principio, pero, en cuanto los alemanes se percataron de que un par de docenas de sus submarinos habían sido hundidos por ese sistema, se decidió por la táctica de “primero disparar, y después preguntar”. El resultado fue que la guerra se volvió todavía más inhumana, y los buques, de guerra o mercantes, pasaban al fondo del mar con toda su carga y pasaje “preventivamente”.
El 1 de mayo de 1915 zarpó de Nueva York el trasatlántico RMS Lusitania con destino a Liverpool, surcando el Atlántico sin escolta a la gran velocidad de 25 nudos para completar su 202ª travesía del océano. Curiosamente, en ese mismo día, un anuncio pagado en la prensa neoyorquina advertía a los pasajeros del “riesgo” de proceder al viaje en aguas declaradas “zona bélica” como eran las del sur de las Islas Británicas. Naturalmente el anuncio no disuadió ni a uno solo de los dos mil tripulantes y pasajeros, que se internaron confiadamente en el Atlántico.
El 7 de mayo de 1915, el RMS Lusitania fue torpedeado a las 14:00 horas por el submarino alemán U-20 frente al viejo faro de Old Kinsale frente a las costas irlandesas.
En sólo unos minutos se había escorado 25°, haciendo que fuese muy difícil arriar los botes salvavidas. Después de la explosion del torpedo sobre el casco de la nave, se reportó una segunda explosión la cual no se sabe su causa. En tan sólo 18 minutos, el buque se había hundido. El naufragio causó la muerte de más de 1.198 pasajeros incluidos 100 niños. Sobrevivieron 761 personas. La muerte de 234 ciudadanos estadounidenses fue probablemente una de las causas por la que EE. UU. entró en la Primera Guerra Mundial dos años más tarde.
El buque se hundió a más de 96 metros de profundidad. Quedó sobre su quilla levemente inclinado a estribor, prácticamente entero. Allí permaneció durante muchos años. Durante la baja marea, a los pescadores locales les era posible divisar las sombras de sus topes de mástiles. Como esta a baja profundidad, frecuentemente las redes de los pescadores se enganchan con el casco del barco, lo cual ha sido una molestia para los investigadores. Cuando por fin la tecnología permitió sumergirse a mayores profundidades, el Lusitania ya se había desmoronado completamente sobre su costado de estribor.
El gobierno inglés siempre interpuso una multitud de obstáculos para explorar el pecio, y a menudo lo usó como objetivo para prácticas de tiro de torpedos, siendo ésta una de las causas de su mal estado. Robert Ballard, conocido oceanógrafo descubridor del RMS Titanic, realizó en 1990 un informe del barco en su tumba.
En ese reportaje se pudo ver que en 1970 se le extrajeron las hélices de bronce, además de sus anclas. Además del avanzado deterioro general, el pecio es un amasijo caótico de hierros herrumbrados donde solo la forma del casco es reconocible y este está semipartido al centro, en que el costado de babor que antaño estaba a 27 m; hoy debido al achaflanamiento, en algunos tramos de la eslora está a solo unos metros del fondo, no existen las superestructuras ya que están desmoronadas, se pudo observar también que el fondo de la proa casi no existe, habiendo evidencias de una gran explosión desde adentro hacia afuera. Cientos de redes además envuelven los restos. Los expertos señalan que es imposible que este daño haya sido causado por un torpedo alemán de esa época, tipo G de baja penetración.
Un asunto muy oscuro
Este hecho arrojó serias sombras sobre Churchill e incluso sobre el propio presidente estadounidense Wilson, quien no sólo abandonó toda idea de entrar en la guerra, sino que, próximas las elecciones de 1916, insistió en sostener la neutralidad americana, utilizando como eslogan “el hombre que nos ha mantenido fuera de la guerra”. Ello no sería obstáculo para que un año más tarde, ya reelegido, entrara en ella en cuanto Alemania le ofreció motivo torpedeando otro buque menor, el Luconia, y decidiendo así definitivamente la contienda. Como es habitual en las guerras en las que interviene USA, se utilizó el eslogan “Remember the Lusitania!”
La comisión británica encargada de deslindar responsabilidades estuvo presidida por el Comisionado de Naufragios Lord Mersey, quien en una vista que ha sido calificada de escandalosa, “patrióticamente” ignoró todas las anomalías existentes (extraña ruta seguida por el capitán Turner, segunda explosión) hasta llegar a la previsible conclusión de que la responsabilidad total era sólo de Alemania. Otro tanto les ocurrió a los desgraciados supervivientes con lord Meyer, el comisionado de la compañíaCunard, que se acogió a la misma conclusión para rehusar cualquier pago de indemnizaciones.
El caso es que, cuando años después fueron desclasificados algunos documentos de la época, se descubrieron cartas de Churchill a lord Mersey con claras presiones para que éste consiguiera salvaguardar de toda culpa a los ingleses. Esto dio motivo a que, a la fuerte polémica desatada años antes, se añadiera una sospecha peor: ¿Habría sido el propio Churchill quien provocara el hundimiento del Lusitania como medio para conseguir la entrada de USA en el conflicto aprovechando la sensibilidad de Wilson ante las víctimas civiles estadounidenses? Desde luego, es muy fuerte la sospecha, pero de hecho el cínico estadista británico nunca había vacilado en sacrificar, no ya 2.000 personas, sino treinta mil a la “razón de estado”, enviando por ejemplo a sus soldados a la descabellada expedición de los Dardanelos (véase mi artículo Notas para una biografía no hagiográfica de Winston Churchill, en Omnia-97). De hecho, ya olvidados estos asuntos, que de todos modos le costaron su dimisión, aplicaría las mismas tácticas veinte años después para conseguir la entrada de USA en la segunda Guerra Mundial.
¿Existe un “culpable” para la tragedia? La infamia debería ser atribuida como mínimo a varias partes: los ingleses y los estadounidenses por su mixtión de actividades guerreras con otras que conllevaban riesgo para las vidas humanas, y desde luego, a los alemanes, que dispararon el torpedo fatal. Incluso no cabría olvidar a los pasajeros del buque, especialmente los estadounidenses, perfectos conocedores de que se internaban en aguas de actividad bélica. Demasiados responsables para que no sea lo más cómodo para todos seguir ignorando el hecho….
Hoy en día se puede ver al siniestrado barco consumiéndose rápidamente, producto de las agitadas y oxidantes aguas irlandesas, casi totalmente achaflanado sobre su costado de estribor. Esto es debido a la calidad del hierro empleado en su construcción. Sus chimeneas yacen derruidas en el fondo. Solo la proa donde aún se puede leer LUSITANIA permanece semierguida en un ángulo de 45º sobre los restos de su quilla, enfilada a Queenstown, el puerto adonde nunca llegó.
Josep M. Albaigès i Olivart, Torredembarra, septiembre 2004
■ Caracteristicas:
Desplazamiento: 44.060 t
Eslora: 239,88 m (787 pies)
Manga: 26,52 m
Calado: 10,24 m
Propulsión:
• 4 hélices de tres palas
• 4 turbinas de vapor Parson
• 25 calderas
Potencia: 76.000 CV
Velocidad de crucero: 25 nudos (46 km/h)
Velocidad Máxima: 26,7 nudos (49,4 km/h)
Dotación: 850 tripulantes
Pasajeros: 2.198 pax (repartidos en tres clases)
• 1ª clase: 552 pax
• 2ª clase: 460 pax
• 3ª clase: 1.186 pax
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