El antiguo piloto de Harrier, Antonio Ruibérriz de Torres, nos cuenta en su libro «Mar de Alas», publicado por la editorial JM Ediciones, un interesante y poco conocido episodio de nuestra aeronáutica naval en el que tomó tierra en el aeródromo de Gibraltar con su caza AV-8S «Matador» de la Octava Escuadrilla de la Flotilla de Aeronaves (FLOAN) de la Armada Española, creando con ello una situación de sorpresa tanto entre británicos como españoles.

El hecho ocurrió el 8 de febrero de 1993, cuando Antonio Ruibérriz de Torres volaba junto a Pedro Galiana como punto, en una misión de entrenamiento sobre el lado oriental del Estrecho, al sur de Málaga, a bordo de dos aviones AV-8S Harrier «Matador» de la 8ª Escuadrilla de la FLOAN. Cuando ya volvían de realizar un ejercicio de vuelo a baja cota sobre la isla de Alborán y empezaban a ascender para ganar altura y regresar a la Base Naval de Rota, Ruibérriz estableció contacto con el control de tráfico aéreo de Sevilla para informar que en el cockpit de su caza AV-8S Harrier se habían encendido las dos luces de combustible bajo, lo que significaba que se habían cerrado las dos válvulas de los tanques centrales y que tenía apenas dos minutos de tiempo de vuelo, por que su motor Rolls Royce Pegasus se quedaba sin combustible cuando volaba sobre la línea costera del Campo de Gibraltar, lo que recordaba a otra situación similar, ocurrida el 6 de junio de 1983 cuando otro Sea Harrier FRS1/FA2 de la Royal Navy, pilotado por Ian Watson, tuvo que tomar de emergencia sobre el mercante español Alraigo en aguas cercanas de Tenerife por quedarse también sin combustible.

En ese momento Ruibérriz de Torres declaró por radio que tenía una situación de emergencia, así que el Control de Tráfico Aéreo desde Sevilla le indicó que debía dirigirse al Aeropuerto de Málaga, por lo que le dio la frecuencia de aproximación. Sin embargo nuestro protagonista informó que, tras girar hacia Málaga y cambiar a esa frecuencia, no pudo encontrar visual para el campo de aterrizaje malagueño y que por otro lado tenía justo enfrente, a las 12 en punto, la pista del aeródromo de Gibraltar, que en ese instante estaba muy cerca, a unos 10 km de distancia y puesto que ya apenas le quedaba combustible para seguir volando, había decidido aterrizar allí mismo. Fue así como de repente nuestro protagonista, a pesar de los gritos de súplica de su punto, Pedro Galiana, tomó tierra en la pista de aterrizaje de Gibraltar, seguido por el Harrier de su acompañante, que como punto no podía abandonarlo durante esa situación.

Tras aterrizar de emergencia en el aeródromo de Gibraltar, el piloto Ruibérriz de Torres comunicó a sus jefes de la FLOAN que no tuvo ningún problema durante la toma en la pista y que fue atendido con gran amabilidad por los militares británicos de la Royal Air Force (RAF), que tras tratarle con cordialidad le hicieron una rápida e improvisada sesión fotográfica, posando junto a sus AV-8S Harrier y con personal de la RAF con el Peñón de Gibraltar de fondo como recuerdo, haciéndole llegar las fotos a la Base de Rota más tarde, cuando fueron relevadas en el estudio (en esa época aún no existían las fotos digitales)

Más tarde se supo que lo que en un principio parecía una emergencia fue en realidad una broma aeronáutica, en plan «gamberrada» como el propio protagonista llegó a reconocer, al afirmar en su libro «Mar de Alas» que era más joven y tenía necesidad, por una serie de razones personales, de hacerlo, explicando que en esos días la moral de la Octava Escuadrilla de la FLOAN estaba muy baja y que necesitaba hacer algún gesto para levantar un poco el ánimo. Además, hace tiempo Ruibérriz de Torres le había dicho a sus compañeros que antes de abandonar la Armada tenía que tomar Gibraltar. Es así como se descubrió que en realidad no tenía un problema con el combustible, sino que tenía una necesidad personal de realizar algo épico a los mandos de su Harrier.

Antonio Ruibérriz de Torres nos recuerda en su libro que, pasado un tiempo, hubo un desembarcó anfibio de los comandos de los Royal Marines en la Playa de La Atunara, lo que provocó que un policía municipal de La Linea de la Concepción se tuviera que acercar hasta el rebalaje para informar a los infantes de marina británicos que se habían metido en una playa equivocada, ya que se habían salido de Gibraltar. Hay quienes opinan que esto fue una especie de réplica, a modo de respuesta, a lo sucedido por los dos aviones Harrier que aterrizaron en Gibraltar, si bien no ha sido ni la primera ni la última vez que la Royal Navy se ha equivocado en unas maniobras de desembarco en Gibraltar y han tomado por accidente una playa de La Linea de La Concepción durante un ejercicio de entrenamiento anfibio.

Juan C. Ortiz (FORO NAVAL)

ForoNaval© 25/06/2021

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