Al producirse el advenimiento de la II República española, en abril de 1931, en la oficina central de Correos de Cartagena existían unos casilleros a modo de lo que hoy día son los “Apartados de Correos”, a los que solo tenían acceso los carteros de cada buque o dependencia, de modo que cuando llegaba correspondencia cuyo destinatario era un miembro de la dotación de un buque determinado, los funcionarios de Correos se limitaban a depositarlos en esos casilleros, a la espera de que dicha correspondencia fuese retirada por el cartero del buque en cuestión, y que en el caso de que la unidad se encontrase navegando fuera de la base, no sería recogida hasta el regreso a Cartagena.

A principios de la década de los años 40 del pasado siglo XX, comenzaría en toda España la restauración de edificios que habían sido devastados por los bombardeos de la aviación, tanto de un bando como de otro. Por lo que a Cartagena respecta, la ciudad había sido bastante machacada en ese sentido por los aviones del llamado “bando nacional”, habida cuenta de que hasta los últimos compases de la contienda civil, había sido un inexpugnable baluarte de la flota republicana.

Así, se acometerían obras de reforma en muchos lugares, afectando también a la oficina de Correos de Cartagena, que seguían manteniendo esos casilleros, los cuales tenían, cada uno, una chapita de hierro con cerámica esmaltada típicas de la época, luciendo cada una de ellas los nombres de los buques que tenían la base en Cartagena. Como algunos de ellos no habían sobrevivido a la guerra, e incluso otros, aún habiéndolo hecho, el nombre le había sido sustituído por otro, por expreso deseo del nuevo régimen, tocaba remodelar esos casilleros y por tanto sus letreros.

Cuando se procedió a la retirada de los mismos, cierto funcionario de Correos de Cartagena, decidió guardarse algunos letreros para la historia, y aunque muchos otros se irían para siempre en el montón del escombro, al menos 8 de ellos se lograron salvar, en concreto los que llevaban la leyenda correspondiente al acorazado JAIME I, los cruceros LIBERTAD y REPÚBLICA. los destructores JOSE LUIS DIEZ y ALCALÁ GALIANO, los TORPEDEROS 14 y 20 (que compartían casillero por ser unidades de escasa dotación), así como los también TORPEDEROS 21 y 22, y el de una dependencia de tierra, la ESCUELA DE RADIO.

A finales de los años 90 del pasado siglo, tras haber estado custodiados por aquel funcionario durante 50 años, ocurriría su fallecimiento, haciéndose cargo uno de sus hijos del legado de su padre, en el que se encontraban esas 8 chapitas. El destino quiso que el heredero de semejantes piezas históricas, amigo de quien esto firma y sabedor de mi afición a recopilar objetos relacionados con la historia de la Armada, me las ofreciera altruistamente, contándome la historia de que su padre las había salvado en los años 40 de haberse ido con el camión del escombro y que durante medio siglo las había conservado con todo cariño en casa como “oro en paño”… Mi respuesta no se la hice esperar, pues consideré que forman parte de la historia postal de España, en concreto de unos buques que sirvieron en la Armada durante el período 1931/1939. A saber las historias que encerraban las cartas que habían sido depositadas en su día en los casilleros que presidían esos letreros…

Aunque de momento estas históricas chapas, cada una de ellas de medidas 4 x 10 ctms, sólo han servido para ilustrar estas líneas y darlas a conocer, su destino final, ya que se salvaron para la historia, quizás pudiera -y debiera- ser el de “historia postal” de Madrid, donde quedaran expuestos para las generaciones futuras por los siglos de los siglo…
Diego Quevedo Carmona (FORO NAVAL)

ForoNaval© 07/03/2023
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Muy buen artículo, como todos los de mi querido amigo y compañero Diego Quevedo.