Hace pocos días que España ha estrenado el Registro de Buques Históricos de la Dirección General de la Marina Mercante para la conservación y promoción de las embarcaciones antiguas y clásicas dignas de ser guardadas para la posteridad, siendo el primero en solicitarlo el Correillo de La Palma, una preciosa nave de época coetánea del Titanic y del Lusitania que usaba, de hecho, la misma tecnología y que por su aspecto podríamos confundirlo con cualquier buque de Las Aventuras de Tintín.

Antes de hablar del Correillo de La Palma debemos enmarcar el contexto que le da razón a la existencia de este buque. El Archipiélago Canario ha vivido desde siempre con una constante sensación de aislamiento, tanto desde la Península como entre las propias islas debido a su naturaleza oceánica, dando lugar incluso a acerbos culturales independientes entre ellas. Es por ello que los isleños debieron adaptarse a la mar para obtener conocimientos náuticos de su entorno para usarla de medio de conexión entre las islas, empleando primero los veleros para el tráfico postal, de personas y mercancías, en especial de los productor agrícolas autoctonos como las papas, plátanos, uvas, azúcar, etc., hasta que con la llegada de la propulsión mecánica llegaron los primeros vapores, siendo el medio más eficiente mientras llegaba la Era de la Aviación y la construcción de los primeros aeropuertos isleños, que gracias a la conexión aérea se ha podido mejorar las comunicaciones con la Península y las interconexiones insulares casi sin importar las condiciones climatológicas.
Con esto en mente, retrocedemos en el tiempo hasta 1911, cuando la naviera británica Elder Dempster Ltd. fundó en el Archipiélago Canario la filial Compañía de Vapores Correos Interinsulares Canarios con la que se presentó para pujar en la subasta que iba a decidir la contratación oficial para el servicio de conducción del correo por buques de vapor entre las distintas islas de Las Canarias, heredera en cierto modo del Servicio Permanente de Correo Marítimo creado por Carlos III, que daría sostén al creciente desarrollo del tráfico marítimo interinsular, encargando para la construcción de un trío de nuevos buques a vapor de unas mil toneladas de desplazamiento que llevarían los mismos nombres que los buques predecesores que ya hacían ese servicio desde 1888, los Viera y Clavijo, León y Castillo y La Palma, que fueron construidos en el año 1912 en los astilleros británicos de Caledon R.E. Ciª de Dundee el primero de ellos y en el de W. Harkness & Sons de Middlesbroughen los otros dos.

Los tres buques estaban construidos en acero y dotados con una propulsión consistente en un motor de vapor de triple expansión que le daban 700 cv de potencia y un andar de 11 nudos, contando de una única chimenea para la salida del humo al quemar carbón. Precisamente a causa del empleo de carbón como combustible ocasionó un serio problema logístico para su operatividad conectando las diferentes islas a raíz del estallido de la Primera Guerra Mundial, debiendo mudarse los tres correillos desde el Archipiélago Canario hasta el Mar Cantábrico, donde realizaron tráfico de cabotaje transportando carbón asturiano por la costa norte española hasta la finalización de la Gran Guerra en 1918, momento en el que pudieron retornar de nuevo a Las Canarias para seguir desarrollando su trabajo habitual.
La década de los años treinta comenzó con cambios para los tres Correillos, ya que la naviera Trasmediterránea absorbió a la Compañía de Vapores Correos Interinsulares Canarios en 1931 para seguir prestando sus servicios de comunicación interinsular, consistiendo sobre todo en el transporte de correo, mercancias y pasajeros, enlazando a todas las islas entre sí y con las capitales, destacando que en esa época aún no se había construido una red de carreteras, por lo que era más sencillo viajar por mar que por tierra en las islas. Más tarde comenzó la Guerra Civil Española en 1936, siendo nuestro protagonista, el Correillo de La Palma, artillado para ser empleado como transporte de tropas junto a sus hermanos, el Viera y Clavijo y el León y Castillo, conectando al final de nuestra Guerra Civil con el estallido de la Segunda Guerra Mundial en 1939, donde los tres Correillos fueron pintados de blanco y con banderas españolas en el casco como símbolos identificativos de no participantes en el conflicto, ya que España primero adoptó una postura de no beligerancia hasta adoptar la neutralidad cuando el Eje empezó a perder la guerra ante el avance del bando Aliado.

Una vez terminada la Segunda Guerra Mundial, los tres Correillos fueron sometidos a una gran carena para mantenimiento y modernización, sustituyéndose su motor de carbón por otro de nafta, más limpio, económico y fácil de manejar, volviendo además a recuperar sus colores originales, con el casco pintado en negro, la superestructura en blanco y la chimenea en amarillo señal. Fue así como este trío continuó prestando servicio maritimo entre las islas hasta que fueron dándose de baja, acabando el Viera y Clavijo y el León y Castillo desguazados, si bien el Correillo de La Palma tuvo, por fortuna un final feliz tras sus 65 años de servicio…
Ocurrió que en 1976 sufrió una avería en una de sus calderas que le impidió volver a navegar. Esto a priori habría sentenciado al Correillo de La Palma al desguace, pero un empresario llamado Juergen Flick se fijó en el buque con la idea de construir a bordo un casino flotante, aunque la siempre complicada burocracia española impidió que llevara a cabo este objetivo.

Apremiado por las deudas que empezaba a generar y a acumular un buque que no desarrollaba actividad ni beneficio, Flick trató de regalar el Correillo de La Palma al Ayuntamiento de Las Palmas, que lo desestimó por los costes, siendo finalmente adquirido por el Cabildo de Tenerife, que lo sacó del agua con la idea de ponerlo en seco como elemento decorativo de la capital tinerfeña, pero al no prosperar proyecto alguno sobre su futuro se dejó el casco abandonado durante más 15 años, hasta que un grupo de ciudadanos entusiastas de los barcos se organizaron y exigieron una solución a las autoridades, creándose en 2003 una fundación con la idea de salvar al Correillo de La Palma y poner en valor su historia como herramienta de conexión entre las islas y convertirlo en buque museo con el objetivo de rentabilizarlo social y económicamente, volviéndolo a poner a flote y restaurándolo hasta devolverle su esplendor original para poder realizar navegaciones con interés turístico y cultural, lo que podría suponer el germen para la creación del muy necesario Museo Marítimo de Canarias. Mientras tanto el Correillo de la Palma trata de volver a la vida y, cuando suceda, se convertirá en el buque de pasajeros operativo más veterano del mundo y el único barco de pasajeros superviviente de la Era del Titanic.
CARACTERÍSTICAS GENERALES
Botadura: 1912
Constructor: W. Harkness & Sons (Middlesbroughen)
Operador: Compañía de Vapores Correos Interinsulares Canarios (desde 1931 Trasmediterránea)
Desplazamiento: 894 Tn registro bruto
Eslora: 67,10 mtrs
Manga: 9,14 mtrs
Calado: 3,68 mtrs
Propulsión: máquina alternativa de vapor de triple expansión
Potencia: 700 HP
Velocidad: 11 nudos
Tripulación: 50
Pasajeros: 196 pax
MMSI: –
IMO: 5200899
Código de llamada: EARN
Juan C. Ortiz (FORO NAVAL)
GALERÍA FOTOGRÁFICA








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