Dentro de la Gira Exploraterra 2022, consistente mostrar réplicas de las naves más emblemáticas de la Era de los Descubrimientos protagonizada por las míticas expediciones marítimas hispano-portuguesas, ha arribado en estos días la carabela portuguesa Vera Cruz junto a la Nao Santa María al puerto de A Coruña, donde pueden ser visitada por todo el público que quiera conocer de cerca cómo eran este tipo de embarcaciones de los siglos XIV y XV que sirvieron para explorar y dar a conocer el mundo en su verdadera extensión y volumen.


La carabela Vera Cruz, es una réplica exacta de las antiguas carabelas portuguesas. Fue construida en el año 2000 por el astillero de Vila do Conde como un encargo para celebrar el 500º aniversario del Descubrimiento del Brasil, sirviendo la nave desde entonces como plataforma para el entrenamiento náutico y de navegación, sirviendo también como herramienta de investigación sobre el comportamiento marinero y la maniobrabilidad de este tipo de embarcaciones a través de la continua experiencia de hacerlo navegar, al tiempo que realiza visitas por diferentes puertos para dar a conocer la gesta de los grandes exploradores marinos lusos, para así poder sensibilizar al público que sube a bordo sobre el rico patrimonio cultural que existe en torno a los grandes viajes de exploración peninsulares.


La Vera Cruz tiene 23,8 metros de eslora y 6,5 de manga. La carabela está tripulada por miembros de la asociación portuguesa Aporvela, que se ofrecen como voluntarios en viajes de formación en mar y vela, especialmente dirigidos a los jóvenes, compartiendo los mismos fines y valores que la Fundación Nao Victoria con la que está hermanada, que entre otras embarcaciones famosas de su flota ya tuvimos la suerte de visitar con anterioridad la Nao Victoria, réplica de la original con la que Juan Sebastián de Elcano logró la primera circunnavegación de la historia de la humanidad.



Sobre el tipo de embarcación que eran las carabelas, hay que explicar que se tratan de una adaptación mejorada y optimizada de los barcos de pesca que usaban en el Atlántico los pescadores portugueses. Eran naves de casco ligero y afinado, con una sola cubierta y un castillo de popa elevado, lo que daba como resultado una embarcación veloz, capaz de lograr los ocho nudos y apta para ganar barlovento empleando aparejo redondo o latino vistiendo sus dos mástiles.


Además del viento, también podían emplear cuatro largos remos para propulsión auxiliar, que siendo manejados cada uno por cuatro hombres, le permitían, por ejemplo, remontar los estuarios y los ríos, lo que resultaba de gran utilidad en las rutas que bordeaban la costa africana en los tiempos de las exploraciones fomentadas por Enrique “El Navegante”. Las carabelas permitían transportar muchas mercancías, lo que posibilitaba a la tripulación estibar pertrechos y provisiones durante largas travesías de exploración y comercio atravesando los océanos Atlántico e Índico.


Por su parte la Santa María es la réplica de la nao que, junto a las carabelas La Niña y La Pinta, fueron entregadas por los Reyes Católicos a Cristóbal Colón para tratar de llegar, a través de la Mar Océana, hasta Zipango, encontrándose con un nuevo y desconocido mundo por sorpresa. La Santa María original era propiedad del cartógrafo Juan de La Cosa, perdiéndose al embarrancar en un banco de arena y destrozarse su casco contra los corales de la costa de Haití. Con sus restos se construyó el Fuerte de Navidad, primer asentamiento europeo en la entonces desconocida y misteriosa América. La réplica actual fue construida en Punta Umbría (Huelva) y es operada por la Fundación Nao Victoria, con la finalidad de dar a conocer y poner en valor las grandes hazañas de los exploradores y marinos españoles que se lanzaron a lo ignoto.


La construcción de la réplica de la Nao Santa María se llevó a cabo en el año 2017 respetando sus formas y detalles originales con rigor histórico, aplicando un sistema innovador y revolucionario en el sector de la construcción naval de réplicas históricas de estas características, que combina la construcción en fibra de vidrio y su forrado de madera de iroko, teniendo su casco un desplazamiento cercano a las 200 toneladas, con una eslora de 28,30 metros y una manga de 7,96 metros, disponiendo de tres mástiles que aparejan velas cuadras para capturar mejor los vientos aliseos del Atlántico. Tanto las naos como las carabelas fueron cayendo en desuso con la aparición de los galeones, que mejoraban las características marineras y de carga con respecto a las naves de la generación anterior y sobre las cuales se desarrolló el fenómeno que hoy en día se conoce como globalización.
Juan C. Ortiz (FORO NAVAL)

ForoNaval© 11/03/2022
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